De hecho, según Capriles (2008), la actual crisis ecológica y social ha demostrado que en lo espiritual y en lo social la humanidad no ha estado progresando, sino degenerando. Esta degeneración ha sido el resultado del desarrollo progresivo de la alienación, no sólo en el sentido económico privilegiado por Marx y Engels, sino, más esencialmente aún, en el ontológico, del cual la alienación económica no es más que un aspecto y un desarrollo.
La alienación ontológica aquí la tesis que sugiere Capriles (2008) para comprender la crisis ecológica actual, se encuentra en función del error o la delusión que el Buda llamó avidya.
La avidya consiste fundamentalmente en sentirnos separados del continuo de energía que para la física actual es el universo y que es lo que somos en verdad en la medida en que nuestro cuerpo, nuestra energía vital, y nuestro pensamiento y en general todo lo que consideramos como mental, son todos ellos aspectos o segmentos indivisibles de dicho continuo, fuera del cual simplemente no hay nada.
Desde esta perspectiva, no occidental y no moderna, se comprende que la filosofía moderna centra la discusión de la realidad en términos de separación ontológica y epistémica en relación al subjectum que sujeta al sujeto cartesiano a la hora de que se manifiesta el objeto de conocimiento y en el cual se basa el conocimiento científico moderno, el de separar el sujeto del objeto y en las dicotomías que produce esta relación ontológica.
Por consiguiente, según Capriles (2008), originalmente los seres humanos nos habríamos encontrado libres de la alienación que se acaba de explicar y en general de todo tipo de alienación, pues no nos habríamos experimentado como ajenos al continuo de energía de la physis que somos en verdad.
Este continuum de energía se encuentra no separado de todo lo existente, pero el ser humano separa la realidad de este continuum para conocer su relación sujeto-objeto con lo que experimenta; sin embargo, es únicamente una perspectiva más de como adentrarse a lo real, y, es una experiencia del paradigma moderno, que reproduce la relación sujeto-objeto en gran parte de la filosofía moderna.
Véase el racionalismo, empirismo y kantismo entre otras perspectivas filosóficas que separa el continuum de energía entre sujeto que conoce y objeto a conocer, generando una relación de cosa y alienante con el ser humano y su entorno ambiental, que el marxismo explica como alienación económica, producto del capitalismo.
Desde esta perspectiva no occidental, según Capriles (2008), la degeneración ontológica o avidya como llama el budismo, habría sido producid en el momento mismo en que surge la sensación de hallarnos intrínsecamente separados del continuum de energía del universo, del cual somos segmentos indivisibles.
Desde esta perspectiva es que el pensamiento moderno, en el que habría surgido la alienación capitalista, en relación a esta sensación de separación, la conciencia humana se habría ido haciendo cada vez más desdichada: con la aparición de la dualidad sujeto-objeto epistemológica y de la concomitante ilusión de separatividad que sufre la conciencia asociada al sujeto mental y el objeto del conocimiento. Y esto tiene consecuencia en la crisis ecológica, al respecto menciona Capriles (2008):
"Del mismo modo, las tierras recuperadas a las selvas por lo general se destinan a monocultivos con intensiva aplicación de fertilizantes químicos, los cuales aparte de contaminar las aguas y destruir las bacterias que regeneran los nutrientes de los suelos (progresivamente haciendo que estos últimos se agoten hasta finalmente provocar desertificación), emiten N2 O y NOx, los cuales a su vez exacerban el efecto invernadero. Por otra parte, la destrucción de la capa de ozono por los clorofluorcarbonados y otras moléculas que se combinan químicamente con el ozono de la ozonósfera ha incrementado gradualmente la incidencia de rayos ultravioleta sobre la superficie del planeta, lo cual aparte del daño que ocasiona a los animales, incluyendo a los humanos, amenaza con destruir el plancton vegetal que es otro de los grandes absorbedores de gases de carbono y regeneradores de oxígeno, así como la vida vegetal de superficie" (p. 96).
La totalidad, por lo tanto, se fractura, según Capriles 2008, en nuestra experiencia, a raíz de lo cual surge una vivencia de carencia de totalidad, mientras que la ilusoria separación de nuestra conciencia con respecto al continuo ininterrumpido y totalmente pleno (en la medida en que está libre de espacios vacíos) que para Einstein es el universo da lugar a una experiencia de carencia de la plenitud inherente a dicho continuo, una sensación de carencia que se desarrolla a medida que nuestra ilusión de separatividad se hace más pronunciada.
De ahí que desde el enfoque del mito de la modernidad se ha desarrollado un proceso colonial alienante en todas las esferas de la realidad simbólico del ser humano: tanto en lo social, político, económico, espiritual y ambiental.
Y de la mano de esta ilusión de separación que es pura ilusión, construida por los aparatos ideológicos del proceso Moderno y, a la vez, si nos adentramos más a fondo, según Nietzsche, por la filosofía eleática que separa el pensar del ser eliminando la contradicción del devenir de la realidad humana. Así como también la religión cristiana introdujo, a la vez, la visión lineal del tiempo. Al respecto menciona Capriles (2008)
Así, la difusión del cristianismo, que en la opinión general preparó el terreno para el desarrollo de la tecnología, pudo al mismo tiempo haber contenido las semillas de la desenfrenada explotación de la naturaleza que a menudo acompañó al progreso técnico. Esas tendencias fueron combinadas por la noción que abrigó la Ilustración, de un universo mecánico que podía ser moldeado por el hombre para sus propios fines a través de la ciencia. El optimismo exuberante de esa visión del mundo estuvo detrás de algunos de los más grandes logros de los tiempos modernos: la invención de máquinas que ahorran trabajo, el descubrimiento de anestésicos y vacunas, el desarrollo de sistemas eficientes de transporte y comunicación (Capriles, p 94).
Del mismo modo, puesto que el sujeto que se cree separado de los objetos acepta unos y rechaza otros según el carácter que percibe en ellos, entrando así en conflicto con los últimos, queda condenado al conflicto por no aceptar el continuum de energía del universo. Al respecto menciona Capriles (2008).
Por lo tanto, en tanto que la conciencia humana siga experimentándose como separada del continuo de la physis y de los objetos que la percepción humana abstrae en dicho continuo, no habrá manera de que deje de ser conciencia desdichada: contrariamente a la visión de Hegel, ella estará sujeta al fatalismo sartreano que consiste en no tener posibilidad alguna de superación de su estado de desdicha (p.21).
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